La actriz Jada Pinkett Smith considera importante que se hable de “historias sobre reinas negras” y, en su afán por reivindicar las mujeres más poderosas de la historia de África con la serie documental African Queens: Queen Cleopatra de Netflix, ha causado indignación en Egipto. ¿El motivo? Elegir a una actriz negra británica, Adele James, para interpretar a la icónica Cleopatra en el proyecto que ella narra y produce.

Desde la producción se defiende que su color de piel era “altamente debatible” porque, mientras se conoce su ascendencia por parte paterna, no se tiene información acerca de la procedencia de su madre.

Lo que sí se sabe es que, por parte de padre, cuyo árbol genealógico se remontaba al general Ptolomeo, su familia provenía de Macedonia, por lo que expertos asumen que no era de rasgos necesariamente africanos. Además, fue educada en la cultura helénica, hablando griego en la intimidad.

Sin embargo, Netflix ya ha recibido una queja formal por parte del abogado Mahmoud al-Semary, según la BBC, por violar las leyes de los medios de comunicación egípcios y, además, intentar “borrar la identidad egipcia”. Ha criticado que se promueva un contenido de pensamiento tan “afrocéntrico” y ha pedido, además, que se prohíba el acceso a la plataforma de contenidos desde Egipto.

El prestigioso Zahi Hawass, antiguo ministro de antigüedades del país norteafricano y egiptólogo, ha declarado directamente que es “completamente falso” que la faraona nacida en Alexandria el 69 AdC fuera negra: “Cleopatra era griega, lo que quiere decir que era de tez clara, no negra”.

No es la primera vez que Netflix desata la conversación por las elecciones de actores para interpretar a gobernantes. La serie de época Los Bridgerton, una de sus producciones más exitosas, presenta a la reina Carlota como negra por los rumores acerca de la ascendencia brasileña de la mujer de Jorge III. En ese caso, la producción todavía fue más allá: incluso imagina una aristocracia inglesa biracial a consecuencia de este enlace.