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Aventuras de un cubano en México

OPINIONES

27-03-2023


Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 27-03-2023 11:01:15 PDT

La vida tan inmensa e impredecible, me trajo a este “México lindo y querido”

Por Julio César Perea

 

¿Dónde y cómo comenzó esta aventura? Pues podría decir que en La Habana, en mayo de 2016, cuando una llamada telefónica cambió el rumbo de mi vida, que ya andaba por los siete años de soledad complacida. Mi hijo y su madre habían salido de Cuba con carácter definitivo en 2009, presenté mi jubilación después de cuarenta y cuatro años de trabajo ininterrumpidos en varios lugares, y decidí disfrutar de mi soledad después de lamer convenientemente las heridas que mis sesenta y tres años habían dejado sobre todo en mi cerebro. Mis heridas tenían un sabor agridulce. Bueno, más bien agrios que dulces.

 

Había decidido que no me iba a tomar un año sabático, sino que todos mis años en el futuro fueran sabáticos y dedicarme solo a cosas que complacen mi espíritu, a saber: leer, si bien limitándome a historias emocionantes --ya había ido dejando atrás a los clásicos--, o sea, quería puro entretenimiento, sin complicaciones políticas, sociales o históricas, pero siempre obras de calidad, para basuras con los diarios y la televisión era más que suficiente. 

 

Como contaba con un poco de dinero, también dedicaría parte de mi tiempo a perseguir el cine que me gusta, fundamentalmente el cine del pasado con el que me crié, el de los años intermedios y con el actual, siempre que valiera la pena ver o volver a ver, según fuera el caso.

 

Y por último, no por eso menos importante, dedicarme de lleno a escribir, que era lo que realmente más me divertía. Muchos escritores afirman que escribir es un tormento --lo cual creo que es un pretexto para encubrir su aridez o su falta de talento--. Mis problemas con las letras han sido otros, nunca un proceso doloroso, sino todo lo contrario. 

 

Mi hijo mantenía una comunicación casi semanal conmigo y así fui siguiendo su deambular por el mundo. De Miami se había ido a San Diego en busca de mejores oportunidades y una vez que resolvió la residencia estadounidense, y allí conoció a una muchacha mejicana, se casaron y comenzó a vivir entre fronteras. Con frecuencia me hablaba de Tijuana, donde estaba residiendo eventualmente y en dos ocasiones estuvo a punto de visitarme, pero ambas se frustraron por problemas de trabajo. Muchas veces pensé que no volvería a verlo y nunca pasó por mi mente la idea de irme a visitarlo y de paso conocer México.

 

Conocía un poco de la historia y la cultura del país azteca, sobre todo a través de la literatura y el cine. En Cuba recuerdo haber visto solamente “El carruaje”, una maravillosa y muy bien documentada serie acerca de las circunstancias en que Juárez se vio precisado a combatir a los invasores franceses y otra que fue una muy bien ajustada versión de la venerable “Los miserables”. No sé por qué los que regían la televisión en mi país habían decidido no adquirir nada más.

 

Confieso que mi favorito era y sigue siendo Cantinflas, el inefable y genial hombre que representaba a “los de abajo”, a los desheredados de la fortuna, pero que nunca dejaba de mirar las adversidades de su vida con una visión optimista, si bien lo reflejaba de una manera muy ácida.

 

No sabía en esos momentos, que muy poco tiempo después haría un breve viaje a Guadalajara, me encontraría en las calles por las que transitó e incluso me tomaría una foto frente a la que fuera su casa.

 

Pero bueno, todavía no ha llegado el momento de narrarles cómo la vida, tan inmensa e impredecible, me trajo a este “México lindo y querido”.