La caída del régimen de Bashar al-Assad el pasado domingo marcó un punto de inflexión en la historia de Siria. Tras una ofensiva relámpago de doce días liderada por la coalición rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la capital, Damasco, cayó sin apenas resistencia. Las imágenes de soldados abandonando sus uniformes oficiales y oficiales cambiando sus insignias reflejaron la desintegración del gobierno baazista, que había perdurado por más de cinco décadas.

También te puede interesar: La caída del régimen de al-Assad en Siria

En las afueras de la capital, la atención se centró en la temida prisión de Sednaya, un símbolo de las atrocidades cometidas bajo el mandato de Bashar al-Assad y su predecesor, Hafez al-Assad. Este complejo penitenciario, conocido como "El Matadero" o "Prisión Roja", fue escenario de torturas, ejecuciones masivas y condiciones infrahumanas. Desde su construcción en 1987, albergó entre 10,000 y 20,000 prisioneros, muchos de los cuales desaparecieron sin dejar rastro.

Con las puertas de la prisión abiertas por los rebeldes, familias desesperadas comenzaron a buscar a sus seres queridos, desaparecidos desde hace años. Escudriñaban las celdas sucias y los corredores oscuros en busca de alguna señal de vida, mientras que los rumores de prisioneros atrapados en celdas subterráneas se extendían rápidamente.

Esad rejiminin Sednaya hapishanesine giren devrimciler, binlerce insanı serbest bıraktı.

Ancak yerin altından yardım çığlıkları geldiği duyuldu.

Saatler süren çalışmaların ardından mahzene giden geçitlerden biri bulundu. Yerin altında dört kat gizli işkence merkezi vardı.… pic.twitter.com/nMd3pIOsOT

— İbrahim Karagül (@ibrahimkaragul) December 8, 2024

Organizaciones como los Cascos Blancos, conocidos por sus labores de rescate durante el conflicto, desplegaron equipos para explorar las instalaciones. Guiados por mapas proporcionados por desertores del ejército sirio, los rescatistas derribaron muros y excavaron suelos, encontrando puertas ocultas que revelaban más pasillos y celdas.

Las condiciones dentro de la prisión eran desgarradoras: suelos de concreto cubiertos de agua y lodo, cuencos de metal para la comida y excrementos dispersos. En algunas celdas de confinamiento solitario, los prisioneros liberados estaban tan debilitados que apenas podían hablar o recordar sus nombres.

Intsar al-Jaber, quien esperaba noticias de su hermano y primo detenidos desde 2014, relató cómo le habían dicho que su hermano había muerto y que no volviera. A pesar de ello, nunca perdió la esperanza. Como ella, otras familias se congregaron en una mezquita cercana para registrar nombres y números de teléfono en caso de que los prisioneros fueran encontrados.

🚨 | Imágenes del interior de una celda en la prisión de tortura de Sednaya, en Siria. pic.twitter.com/uoXaAYlsQg

— Alerta Mundial (@AlertaMundoNews) December 9, 2024

Videos que circularon en redes mostraban a algunos de los prisioneros liberados, rapados y casi esqueléticos, apenas capaces de articular sus nombres. Estos impactantes testimonios resaltaron las atrocidades que se llevaron a cabo dentro de Sednaya. Según Amnistía Internacional, hasta 13,000 ejecuciones ocurrieron allí entre 2011 y 2017, muchas veces en condiciones de total aislamiento.

Un nuevo capítulo en Siria

La caída del régimen de Bashar al-Assad no solo marca el fin de una era de represión y brutalidad, sino también el inicio de una nueva etapa para Siria. La liberación de prisioneros y el descubrimiento de las condiciones en Sednaya subrayan la necesidad de justicia y reconciliación.

Mientras tanto, el paradero de Assad sigue siendo un tema de especulación. Informes indican que huyó a Rusia y planea retirarse de la vida política, dedicándose a proyectos humanitarios y clínicas oftalmológicas.