Mientras el mundo observa un creciente debate ideológico en distintas latitudes, dos ciudades se han convertido en epicentros del discurso «conservador» para México: Madrid y Buenos Aires.

En México, el eco de Madrid resuena con fuerza como cuna de un discurso de derecha robusto, impulsado por eventos recientes en los que figuras destacadas de la política española han reivindicado valores tradicionales y nacionalistas. Sin embargo, en Buenos Aires, un foro distinto, pero con ideas similares, ha llamado la atención de los observadores políticos.

La Conferencia de Acción Política Conservadora, llevada a cabo en la capital argentina, reunió al presidente Javier Milei, empresarios internacionales y figuras prominentes como el empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego. Este último fue enfático al plantear la necesidad de que los extremistas de izquierda regresen a los drenajes y coladeras. La presencia de estas figuras, y el contenido de sus discursos, reflejan una agenda global que busca reposicionar el conservadurismo radical en el centro del debate político.

📍 Empresarios mexicanos: escuchen especialmente el llamado en el minuto 1:37.

Y a todos: escuchen con toda atención a @RicardoBSalinas hablando hoy en Argentina. Cada frase sumamente importante para México. 🇲🇽🇦🇷 pic.twitter.com/mW9Uvf7eAy

— Carlos Mota (@SOYCarlosMota) December 5, 2024

La «izquierda» y «derecha» pueden parecer anacrónicos en el contexto político actual.

Estos términos, que originalmente surgieron durante la Revolución Francesa para describir las posiciones en el espectro político, han evolucionado y perdido claridad en un mundo donde las complejidades sociales, económicas y culturales o hasta tecnológicas no encajan fácilmente en esas categorías tan simplistas.

Hoy en día, más que una división entre izquierda y derecha, lo que realmente preocupa son los extremos en cualquier espectro político.

Tanto el extremismo de derecha como el de izquierda tienden a simplificar problemas complejos, polarizar sociedades y marginar a quienes no se alinean con sus posturas. Esto da lugar a discursos intolerantes y a políticas que a menudo priorizan ideologías por encima de las necesidades reales de las personas.

En este contexto, los extremos suelen ignorar las zonas intermedias donde reside la mayoría de la ciudadanía, que busca soluciones útiles, respeto mutuo y estabilidad. Este fenómeno trasciende el lenguaje tradicional de izquierda-derecha y apunta hacia una nueva dinámica: los conflictos entre autoritarismo y democracia, populismo y tecnocracia, o incluso globalismo y localismo.

Entonces, más allá de izquierda o derecha, lo fundamental es identificar políticas que prioricen el bienestar colectivo y la sostenibilidad, rechazando los extremos que sólo perpetúan la división y el estancamiento. Esta perspectiva abre la puerta a un análisis más matizado, que busca un equilibrio en lugar de adherirse a etiquetas rígidas.

Lo interesante de estos eventos es cómo se están interconectando las corrientes ideológicas de distintas regiones del mundo. Madrid, con su influencia histórica y cultural, sigue siendo una referencia para el discurso de derecha en América Latina. No obstante, Buenos Aires emerge como un nuevo escenario en el que estas ideas no solo se discuten, sino que se consolidan como estrategias políticas para influir en gobiernos y sectores económicos.

La participación de Ricardo Salinas Pliego, una de las figuras más controversiales de México, añade un componente particular a este fenómeno. Al lanzar un mensaje que trasciende lo local apunta a un público global. Esto, sin duda, plantea preguntas importantes: ¿Estamos siendo testigos del surgimiento de una nueva coalición de derecha a nivel internacional? ¿Cómo impactarán estas ideas en un contexto político ya polarizado en países como México?

Mientras algunos en México dirigen su atención hacia Madrid como referencia a los conservadores, Buenos Aires demuestra que el discurso de derecha no solo es una exportación, sino que también puede germinar con fuerza en terrenos latinoamericanos. El desafío ahora no solo es comprender estas ideas, sino analizar sus implicaciones para el equilibrio político global.

El discurso de polarización, en sus diferentes versiones, está lejos de ser un monolito. Pero eventos como estos subrayan su capacidad de adaptarse y conectar en un mundo cada vez más interconectado, dejando claro que el debate ideológico no conoce fronteras.

"Yo no me dedico al dogma, a la propaganda; yo tengo que probar. ¿Sabes cuántos mexicanos hay en Madrid? Se esconden de la violencia", lanza Ciro Gómez Leyva (@CiroGomezL) a Epigmenio Ibarra. @epigmenioibarra le señala: "¿Cuántos mexicanos participaron en un cónclave de derecha?"… pic.twitter.com/XKCroxlSdI

— Grupo Fórmula (@Radio_Formula) December 4, 2024

En términos históricos, los gobiernos previos, particularmente en los priistas y panistas, tenían una política que privilegiaba el diálogo entre diferentes sectores sociales y económicos. Aunque no exentos de críticas, estos gobiernos tendían a manejar los conflictos mediante acuerdos con la oposición, sindicatos, empresarios, y otros actores clave en un intento de mantener estabilidad política y económica.

La transición democrática iniciada en el año 2000 marcó un periodo en el que se buscó fortalecer instituciones autónomas y promover la pluralidad en la toma de decisiones. A pesar de las dificultades y las críticas por corrupción o lentitud en la implementación de cambios estructurales, estas administraciones mantuvieron un tono conciliador en el discurso político, priorizando la inclusión de voces diversas.

En contraste, el gobierno actual se ha caracterizado por un discurso polarizador y decisiones centralistas que, en ocasiones, tienden a debilitar a las instituciones autónomas y fomentar una narrativa de confrontación con los sectores que disienten. La «4T», según sus críticos, no ha logrado construir una transformación en términos de inclusión y progreso sostenible, sino que más bien ha generado divisiones profundas al simplificar los problemas sociales bajo una retórica de «buenos» contra «malos».

Este enfoque, lejos de reconciliar a las diferentes visiones del país, ha creado un clima de tensión política y social que afecta el desarrollo democrático e institucional de México. Las lecciones de los gobiernos pasados, con sus aciertos y errores, subrayan la importancia de la conciliación y la inclusión como pilares para construir una nación más fuerte y unida.