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La Reforma Judicial Mexicana, entre la Risa Internacional y el Desprecio en México

OPINIONES

23-10-2024


Foto: Cortesía

Foto: Cortesía

Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 23-10-2024 16:43:17 PDT

Desde Feeling.MX

La Reforma al Poder Judicial en México ha provocado una reacción inesperada en círculos internacionales.

 

Académicos de Harvard y jueces de Estados Unidos, tras escuchar los detalles sobre los nuevos requisitos para ser votado como magistrado o juez, explicados por el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, no pudieron contener la risa.

 

¿Qué hay detrás de este episodio que, a simple vista, podría parecer una anécdota irrelevante? En realidad, refleja una profunda preocupación sobre el estado de nuestras instituciones judiciales y la seriedad con la que se percibe a México en el ámbito internacional.

 

 

El episodio, donde figuras influyentes en el mundo jurídico estadounidense se ríen de las condiciones propuestas para elegir a los jueces en México, no solo es embarazoso; es un golpe a la credibilidad del sistema político y judicial mexicano. Las risas en este contexto no son un acto de arrogancia, sino una expresión de incredulidad ante una propuesta del legislativo y ejecutivo que, lejos de fortalecer la autonomía y el profesionalismo del Poder Judicial, parece desvirtuarlo.

 

Uno de los aspectos más criticados de esta reforma es la politización del proceso de selección de jueces, donde se otorga un papel preponderante al voto popular para decidir quiénes serán los encargados de impartir justicia. Esta medida, que en teoría busca democratizar la elección de jueces, en realidad abre la puerta a la manipulación política, al populismo y a la pérdida de la independencia judicial. ¿Cómo se puede garantizar que un juez sea imparcial si debe su cargo a la voluntad de los electores y, por lo tanto, a las presiones del electorado o de los partidos políticos?

 

En países como Estados Unidos, donde la selección de jueces sigue un proceso riguroso basado en el mérito y la trayectoria profesional, la propuesta mexicana parece una burla a la función judicial. Los académicos y jueces que escucharon la explicación de Ortiz Mena no se ríen porque subestimen a México; se ríen porque el sistema propuesto choca con los principios básicos de un poder judicial independiente y eficiente. Mientras en otras democracias avanzadas se busca aislar al Poder Judicial de las influencias políticas, en México, esta reforma parece querer hacer exactamente lo contrario: politizarlo hasta dinamitar sus cimientos.

 

El humor en este caso, como bien sabemos los mexicanos, es una forma de crítica mordaz.

 

Aunque este episodio está lejos de hacer crítica con la risa, lo que realmente causa es risa por el ataque a la crítica; porque está en juego la integridad del sistema judicial mexicano, que debe ser una barrera contra los excesos del poder y un garante de los derechos de todos los ciudadanos. Pero con reformas que permiten que los jueces sean «elegidos por el pueblo», sin filtros adecuados ni mecanismos de evaluación profesional, el riesgo de corrupción, ineficiencia y sumisión al poder político crece exponencialmente.

 

Es preocupante que mientras México busca «transformar» su sistema judicial bajo la promesa de hacer más accesible la justicia al pueblo, el mundo externo observe con preocupación y, en este caso, haga una burla involuntaria. Porque lo que para algunos puede parecer un intento noble de acercar la justicia a los ciudadanos, para muchos expertos extranjeros resulta ser una receta para el desastre institucional.

 

El sistema judicial debe ser sólido, confiable y autónomo. Si los jueces comienzan a ser elegidos por popularidad, ¿qué tipo de justicia podemos esperar? ¿Una justicia influenciada por campañas políticas, o una que se base en la ley y en el mérito profesional? La risa de estos catedráticos y jueces -que se ven en el video- exacerba el temor de que México esté entrando en un camino peligroso, donde las instituciones se debilitan en lugar de fortalecerse.

 

La risa también es nerviosa, una respuesta involuntaria.

 

Es hora de tomar en serio las advertencias y reflexionar sobre el futuro del Poder Judicial en México. Las reformas no deben ser un instrumento para subyugar a la justicia al poder político. Debemos buscar la forma de profesionalizar y blindar nuestro sistema judicial, y de paso el político para no convertirlos en motivo de risa en el extranjero.

 

Lo que está en juego es el corazón de nuestra democracia: el derecho a una justicia imparcial, independiente y verdaderamente accesible para todos.