De acuerdo con el sitio oficial de USA Gov, la salud mental se refiere a un equilibrio emocional, psicológico y social, mientras que los trastornos mentales son condiciones específicas que afectan el estado de ánimo, los pensamientos y el comportamiento. En términos simples, una persona con buena salud mental puede atravesar momentos difíciles sin desarrollar un trastorno, y alguien con una enfermedad mental puede sentirse bien en ciertos momentos, a pesar de su situación.

En México, la pandemia de COVID-19 provocó un incremento del 25% en los casos de ansiedad y depresión, particularmente entre los enfermos y los médicos que atendieron la emergencia. Es importante señalar que desde entonces ha aumentado la demanda de atención psicológica y psiquiátrica, aunque el acceso sigue siendo limitado. Según cifras recientes, solo 2 de cada 10 personas que necesitan apoyo lo reciben.

En Estados Unidos, cerca de uno de cada cinco adultos padece alguna enfermedad mental, según el Instituto Nacional de Salud Mental (SAMHSA). Esto significa que una proporción significativa de la población enfrenta trastornos, que van desde leves hasta graves, lo que dificulta llevar una vida normal. Las condiciones más comunes incluyen la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.

A nivel global, se están realizando muchos esfuerzos para promover la salud mental, destacando el desarrollo del Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030 de la OMS, donde la prevención del suicidio es una prioridad. Sin embargo, es relevante mencionar que persiste una brecha en el acceso a atención que sea sensible, ética y adecuada. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay 1,590,583 personas con algún problema o condición mental.

No hay una fórmula única para determinar cuándo es necesario buscar atención psicológica o psiquiátrica, ya que cada caso es particular y responde a diferentes criterios. Sin embargo, se pueden identificar varias señales de alerta que podrían indicar un problema de salud mental o un trastorno que requiere atención profesional. Entre estos factores se incluyen cambios en el estado de ánimo o la personalidad, problemas de autocontrol, síntomas físicos, pensamientos negativos, dificultades para dormir y sentirse "abrumado".

En las condiciones y afecciones de salud mental intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales, por lo que el diagnóstico se basa principalmente en los síntomas del paciente en comparación con los criterios de los sistemas de clasificación diagnóstica. Se les denomina “sistemas” porque es esencial realizar una evaluación integral.