A ver, queridos amigos, vamos a recordar algunos detallitos sobre el expresidente Ernesto Zedillo, especialmente para algunos que quizás no tenían uso de razón y para los que siguen sin tenerla; otros ni siquiera habían nacido, o simplemente ya convenientemente se olvidaron qué onda con EZ.

Ernesto Zedillo Ponce de León, el último presidente del PRI antes de que todo cambiara, hizo algo que sorprendió a muchos: aceptó la derrota presidencial de su partido en 2000. ¡Sí, así como lo leen! Él cedió el poder como un demócrata debe hacerlo; cuando el PRI perdió contra Vicente Fox, algo nunca antes visto en ese partido. Y ahí comenzó la transformación de nuestro querido país.

¿Sabían que él eliminó el famosísimo “dedazo”? Ese sistema donde el presidente elegía a su sucesor como quien escoge qué se va a cenar. Pues Zedillo les dijo a los del PRI: «¡Nada de eso!», y los obligó a hacer su primera y última primaria presidencial. ¿Cuál fue el resultado? Perdieron.

Pero eso no es todo. Con Zedillo, llegaron reformas electorales súper importantes, muchas de ellas en respuesta a la presión de la sociedad civil y la oposición. De estas reformas salió la joya que fue el IFE autónomo, ese que organizaba las elecciones de manera más justa (antes de que nos metiéramos en las broncas con eso de la reformas actuales de la 4T). También fue cuando se crearon la credencial de elector, la tinta indeleble, y todo el paquete de casillas ciudadanas que hoy damos por sentado.

Gracias a estas reformas, el PRI perdió la mayoría en el Congreso en 1997 y, por si fuera poco, Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Ciudad de México, convirtiéndose en el primer jefe de gobierno de la izquierda.

Ah, y otra cosa: Zedillo impulsó la autonomía del Banco de México, ese que ahora cuida de nuestra inflación y nuestras finanzas, sin estar a la merced del presidente en turno.

Y sí, también le tocó hacer una reforma a la Suprema Corte para que fuera más independiente del partido en el poder, algo que en ese momento era un paso adelante para la justicia en México.

Ahora, ¿qué pasó con todo esto? Que las decisiones de Zedillo fueron en el sentido opuesto de lo que algunos ven hoy en día: no quería concentrar poder, ni hacer más fuerte al presidente, ni regresar a la época dorada del presidencialismo absoluto. Al contrario, buscaba repartirlo. Lo triste es que algunos lo asocian únicamente con el Fobaproa y otros temas controvertidos, pero se olvidan de todo lo que hizo para mover a México hacia la democracia.

Así que, cuando vemos lo que pasa hoy con la reforma judicial que propone AMLO, que busca más control desde el Ejecutivo y el Legislativo sobre la Suprema Corte, parece que vamos en sentido contrario a lo que Zedillo construyó. Él buscó que el poder no se concentrara, que fuera compartido y que las instituciones funcionaran de forma más independiente.

En fin, la historia está ahí, pero depende de cómo la queramos leer. ¿Qué opinan?

Un buen ejercicio es imaginar si después de su presidencia ,AMLO se fuera a alguna universidad de prestigio y 25 años después regresara al país para defender sus reformas, como Zedillo lo ha hecho..
La prueba del ácido es el tiempo..

— Leonardo Curzio (@LeonardoCurzio) September 17, 2024