En el ámbito político latinoamericano, las estrategias y movimientos de izquierda han sido objeto de numerosos análisis y debates.

El Foro de Sao Paulo, una reunión anual de partidos y movimientos de izquierda de América Latina, ha sido una plataforma trascendental para delinear objetivos comunes. Dentro de este contexto, las tácticas y maniobras políticas en Brasil, particularmente las de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ofrecen una perspectiva interesante que podría tener paralelos con la Cuarta Transformación (4T) en México.

El Modelo Brasileño reeleccionista con presidencia de 4 años

La historia reciente de Brasil proporciona un ejemplo claro de cómo las estrategias políticas pueden evolucionar y adaptarse. Lula, un líder carismático y fundador del Partido de los Trabajadores, dejó la presidencia en 2011 con altos índices de popularidad, después de dos mandatos consecutivos. En su lugar, apoyó a Dilma Rousseff, quien ganó las elecciones y gobernó hasta su controvertida destitución en 2016. Aunque Jair Bolsonaro interrumpió esta continuidad con su victoria en 2018, Lula logró regresar al poder en 2022, gracias a una combinación de resiliencia política y una reevaluación de estrategias dentro de su partido. Se impuso.

La 4T y su Inspiración

La Cuarta Transformación (4T) en México, liderada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha caracterizado por un enfoque populista y una retórica de transformación. Al observar los movimientos de Lula y el Partido de los Trabajadores, es tentador considerar si la 4T podría estar siguiendo un camino similar, utilizando estrategias delineadas en los manuales de la izquierda latinoamericana.

Posibles Paralelos

Sucesión estratégica de AMLO, que al igual que Lula, es la figura central y carismática que ha construido una base sólida de apoyo popular.

Siguiendo el ejemplo brasileño, optó por designar a una sucesora que garantiza la continuidad de su proyecto político. Esto permitiría que los principios de la 4T permanezcan vigentes, incluso después de que él -AMLO como Lula- deje la presidencia.

Resiliencia Política

La capacidad de Lula para regresar al poder después de enfrentar serios desafíos, incluidos problemas legales y una administración conservadora que interrumpió y empañó su proyecto político, el de Bolsonaro, subrayando aquí la importancia de la resiliencia política. AMLO y su movimiento podrían estar preparando el terreno para un regreso similar, ahora que se asumen con todo el poder para cambiar la constitución y todo lo que se les ponga enfrente.

Adaptación de Estrategias

Dilma Rousseff adaptó las políticas de Lula para enfrentar nuevos desafíos y mantener la dirección del país alineada con los principios del Partido de los Trabajadores. De manera similar, los liderazgos de la 4T podrían ajustar sus políticas y estrategias para adaptarse a las cambiantes condiciones políticas y económicas de México, asegurando así la relevancia y viabilidad de su movimiento en el largo plazo.

Desafíos y Oportunidades

El camino de la 4T, si realmente está inspirado en el modelo brasileño, más que en el modelo cubano o venezolano, no estará exento de desafíos. La polarización política, las presiones económicas internacionales y los obstáculos y rompimientos en la sucesión presidencial en marcha pueden complicar cualquier intento de replicar la estrategia de implantación del nuevo régimen como fue en el caso de Lula y Dilma. Sin embargo, también presenta oportunidades para solidificar un legado y garantizar la continuidad de sus políticas más allá del mandato de Sheinbaum.

La historia política reciente de Brasil ofrece un estudio de caso fascinante para cualquier movimiento de izquierda en América Latina, incluida la Cuarta Transformación en México. Si AMLO y su equipo están utilizando los manuales de la izquierda latinoamericana y tomando notas del Foro de Sao Paulo, podrían estar preparando una ruta similar a la de Lula y Dilma. El regreso de AMLO al poder.

El éxito de esta relación no solo afectará a los protagonistas, sino también influirá en la estabilidad y la dirección del país. Una transición armoniosa podría consolidar las reformas y avances logrados durante el sexenio de López Obrador, mientras que una ruptura podría desestabilizar y desacreditar esos mismos logros.

En la política mexicana, una constante ha sido la ruptura del poder trasexenal entre los presidentes salientes y sus sucesores. Desde hace décadas, el destino de los expresidentes ha sido, en el mejor de los casos, un retiro discreto y, en el peor, el destierro político. La dinámica de poder en México ha demostrado que nunca un hombre ha compartido el poder con otro hombre que fue su sucesor. Ahora, surge la pregunta: ¿será diferente con Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo?

Históricamente, los expresidentes en México han sido marginados del escenario político una vez que concluyen su mandato. Este patrón ha servido para garantizar que el nuevo presidente tenga las manos libres para implementar su visión y políticas sin la sombra del predecesor. La transferencia de poder ha sido marcada por la desconfianza y la necesidad de distanciarse de las administraciones anteriores, a menudo criticadas por su corrupción o fallos significativos. ¿Claudia Sheinbaum estará dispuesta a arriesgar su administración y su nombre?