Desde el año 2023, los habitantes de los fraccionamientos Siena y Praderas de la Gloria en Santa Fe han venido experimentando un desagradable olor. Este inconveniente se debe a la presencia de una planta tratadora de aguas residuales perteneciente a la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana, la cual está ubicada en uno de los residenciales. En los últimos meses, esta situación ha impactado negativamente a más de 1000 familias.

Construida en 1996, la planta tratadora (PTAR) de Pórticos de San Antonio inició operaciones en el 2001. Su efluente se vierte en el océano Pacífico y en el arroyo Alamar, siendo tratado mediante un sistema de lodos activos con una capacidad de 7.5 litros por segundo. La inversión en infraestructura ascendió a 2 millones 383 mil 593 pesos con 11 centavos. Sorprendentemente, Claudio Morales, presidente de la asociación de vecinos del fraccionamiento Siena, afirmó no tener conocimiento ni haber considerado este problema al adquirir su vivienda en años anteriores.

“Desde que nosotros compramos la vivienda pues no te percatas de este tipo de detalles, pero una vez que te vas a vivir ahí te das cuenta que hay un problema; empiezas a ver que hay una planta tratadora”, indicó el presidente de vecinos de Siena; asimismo mencionó que existe otro problema en la zona y es el cauce donde emergen las aguas, lo cual afecta a más viviendas que están alejadas a los residenciales cercanos a la planta.

“En diciembre hicimos un documento para la Cespt, vinieron, trabajaron, pero el problema ha vuelto, creemos que solo vinieron a hacer como que están haciendo algo para mantenernos contentos, pero no están atacando el problema de raíz, el agua se está estancando y eso genera mal olor, lo cual a nuestra consideración resulta imposible vivir en la zona”; finalizó Claudio Morales. 

En los fraccionamientos de Praderas de la Gloria, que albergan la planta tratadora de aguas de Pórticos de San Antonio, residen aproximadamente cuatrocientas familias. Por otro lado, en Siena, la afectación recae sobre más de ochocientas familias, las cuales no solo experimentan molestias por los olores desagradables, sino que también viven con el temor de contagiarse de alguna enfermedad debido a los residuos del agua.