Cupido, el encantador dios del amor en la mitología romana, ha capturado la imaginación de generaciones con sus flechas doradas y su habilidad para infligir pasiones irresistibles. Su origen se remonta a las antiguas leyendas romanas, donde adquirió un papel destacado en la mitología del amor y la atracción.

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En la mitología romana, Cupido es la personificación del deseo amoroso y la atracción. Aunque en ocasiones se le representa como un niño alado con un arco y flechas, su poder no debe subestimarse. Su madre es Venus, la diosa del amor y la belleza, y su padre es Marte, el dios de la guerra. Este peculiar linaje simboliza la dualidad del amor, que puede ser apasionado y dulce, pero también puede infligir heridas profundas.

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La historia más conocida sobre Cupido está vinculada a su encuentro con Psique, una mortal de excepcional belleza. Celosa de la adoración que Psique recibía, Venus encomendó a su hijo Cupido que la hiciera enamorarse del ser más vil que pudiera encontrar. Sin embargo, Cupido se enamoró de Psique y, en lugar de herirla, la visitaba en la oscuridad para preservar su anonimato. Eventualmente, Psique desobedeció las instrucciones de Venus y, al iluminar la habitación donde se encontraba Cupido, lo hirió accidentalmente con una de sus flechas. Este incidente desencadenó una serie de eventos que llevaron a la reconciliación y al matrimonio de Cupido y Psique.

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Cupido se ha convertido en un símbolo atemporal del amor en la cultura popular, y su imagen ha trascendido la mitología romana. A menudo se le representa como un ser alado que dispara flechas doradas para inspirar el amor en los corazones de aquellos a quienes apunta. Su influencia ha perdurado a lo largo de los siglos, y su figura sigue siendo evocada en poesía, arte y literatura como un recordatorio del poder eterno y a menudo caprichoso del amor.