Científicos de la Universidad Monash en Melbourne, Australia, imprimieron sistemas neuronales vivos compuestos de células cerebrales de ratas que parecen crecer y comunicarse entre ellas como lo harían células cerebrales en condiciones normales dentro de un cerebro.

El objetivo principal de la creación de cerebros artificiales es ofrecer en el futuro una alternativa viable a las pruebas de nuevos medicamentos y estudios de funcionamiento cerebral hechas normalmente en animales.

El aspecto teórico de esta investigación es que las compañías farmacéuticas podrían, en un futuro aún distante, aplicar dosis de sus medicamentos en desarrollo a cerebros en miniatura impresos en 3D, en lugar de usar animales. Este tipo de cerebros aún están en fase de prueba de concepto y tardarían muchos años en volverse una opción disponible para la investigación química.

Esta forma de crear cerebros artificiales es, aunque innovadora, una de varias que juegan con el mismo concepto. Otra forma de hacer estructuras similares a un cerebro es cultivar una capa de neuronas en una placa de petri, guiando las células para que crezcan sobre electrodos de monitoreo.

El problema que tiene esta otra técnica de creación es que es poco realista desde un punto de vista biológico, pues los cerebros no son planos. La impresión 3D del cerebro aparece como una solución a este problema.

Con información de Wired.