El viceministro de la presidencia, Jorge Rodríguez,en Costa Rica,  ha anunciado que el país ha llegado a su capacidad máxima para manejar el creciente flujo de migrantes que atraviesan su territorio en dirección a Estados Unidos. 

Esta decisión cuenta con el respaldo del presidente costarricense, Rodrigo Chaves, quien ha declarado una "emergencia nacional" con el fin de obtener recursos adicionales para fortalecer las instituciones encargadas de abordar esta situación. La medida se tomó después de la detención de 25 migrantes en la frontera sur, generando disturbios y controversia en el país.

El presidente planea firmar un decreto presidencial para activar la emergencia nacional y ha adoptado un tono más enérgico al amenazar con deportar a los extranjeros que perturben el orden público en Costa Rica. Ha instruido al Ministerio de Seguridad Pública a tomar medidas firmes contra aquellos que se comporten de manera inapropiada y causen disturbios, enfatizando que la amabilidad y generosidad de los costarricenses no debe interpretarse como debilidad.

Hasta el 23 de septiembre, más de 390,000 migrantes han cruzado la peligrosa selva del Darién que separa Colombia de Panamá en este año, superando significativamente las cifras del año anterior. Costa Rica se ha convertido en el siguiente destino en la ruta migratoria después de Panamá. El flujo de migrantes se ha incrementado drásticamente, pasando de 900 por día en junio a 2,600-2,700 por día en agosto, lo que llevó al presidente Chaves a declarar la emergencia nacional debido a la cantidad de personas que atraviesan el país.

Una vez en Costa Rica, los migrantes toman un autobús hacia Los Chiles, en la frontera norte con Nicaragua, como parte de una estrategia de "flujo controlado" implementada por las autoridades. Sin embargo, muchos quedan varados debido al costo del pasaje, que asciende a $30. Algunos recurren a transportistas conocidos como "talibanes" para llegar a puntos ciegos de la frontera nicaragüense, ya que no pueden pagar los $150 que Managua cobra por un salvoconducto para ingresar regularmente por Las Tablillas.

La situación ha llevado a cientos de personas a hacer fila diariamente para tomar autobuses hacia el norte, donde entre 500 y 600 personas viven en condiciones precarias hasta que pueden pagar el transporte, lo que puede llevar varios días. La mayoría de ellos venden alimentos y productos para reunir el dinero necesario, lo que ha causado tensiones con algunos residentes locales que bloquearon la frontera el mes pasado.

Con información de BBC News