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¿Ahora hay que jurar cumplir y hacer cumplir la transformación?

OPINIONES

13-09-2023


FOTO: Cortesía

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Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 13-09-2023 22:26:39 PDT

Opinión | DesdeFeelingMX

En tiempos pasados, cuando un priista obtenía un cargo o una posición en el gobierno, solía decir con un tono de satisfacción: “Por fin me hizo justicia la Revolución”. Este enfoque reflejaba una época en la que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominaba la escena política mexicana y se consideraba como el heredero de la Revolución Mexicana. Hoy en día, este dicho evoca una mezcla de nostalgia y reflexión sobre cómo han cambiado los tiempos y las percepciones políticas en México.

 

Ahora, como Nicolás Mollinedo, el ex chofer que tuvo AMLO en el Gobierno de la CD de México y durante sus campañas, quien le acompañó en las giras, hoy, ya le hizo justicia la transformación…y su corrupción. ¿Cuántos mexicanos estarán esperando lo mismo?

 

En los días recientes, México ha sido testigo de un debate de profunda relevancia en torno a los principios que deben regir el ejercicio del poder público y el juramento que rige la toma de posesión de los funcionarios públicos. El acto en cuestión es la entrega del bastón de mando del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a la encargada de coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum. Este simbólico gesto ha desatado una discusión intensa sobre si, en la actualidad, se da más importancia a la llamada Cuarta Transformación que a la Constitución.

 

¿Hay que defender la Constitución o la transformación?

 

En el acto de toma de posesión en los Gobiernos Estatales o Municipales y el Federal, el juramento de los funcionarios públicos es claro: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen”. Este juramento es fundamental, ya que establece el compromiso de los servidores públicos de respetar y hacer cumplir la Constitución, que es la base de nuestra nación y el garante de los derechos y libertades de los ciudadanos.

 

La Constitución establece las reglas del juego en nuestra democracia y, como tal, debe ser respetada en todo momento.

 

Sin embargo, la controversia surge cuando se hace evidente que la autodenominada Cuarta Transformación, el proyecto político liderado por el presidente López Obrador, a menudo se presenta como una prioridad y no igualmente importante, si no más, que la Constitución. Si bien es legítimo que un gobierno promueva su agenda política y trabaje para lograr sus objetivos, es esencial recordar que ninguna transformación política debe estar por encima de la Constitución ni debe comprometer los valores democráticos y los derechos individuales que está garantiza.

 

La Constitución no es un obstáculo para el progreso, sino una garantía de que cualquier transformación se realice de manera justa y equitativa, respetando los derechos de todos los ciudadanos.

 

La entrega del bastón de mando a Claudia Sheinbaum plantea interrogantes sobre si esta acción implica una subordinación simbólica de la Constitución ante la supuesta transformación. Que solo sirve para fortalecer la confianza en el gobierno y mantener la estabilidad política de AMLO pero no la vida democrática, por eso es crucial que se aclare al pueblo la relación entre ambas y que se reafirme que la Constitución sigue siendo la ley suprema, la que guía y limita el ejercicio del poder.

 

En última instancia, el debate actual sobre la importancia relativa de la transformación y la Constitución es una oportunidad para recordar que la lealtad de los funcionarios públicos debe estar primero con la Carta Magna.

 

Este es un llamado a equilibrar el deseo de cambio con el respeto por las instituciones democráticas que sustentan nuestra sociedad. La transformación puede ser legítima y necesaria, pero siempre debe ser compatible con los valores y principios que están en el corazón de nuestra nación y que se encuentran en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

 

La Revolución Mexicana, que tuvo lugar a principios del siglo XX, fue un conflicto social y político que buscaba poner fin a décadas de autoritarismo y desigualdad. Los líderes revolucionarios lucharon por principios como la justicia social, la distribución equitativa de la tierra y los derechos laborales. La Revolución se considera un momento crucial en la historia de México y sentó las bases para la actual Constitución de 1917.

 

Durante muchas décadas, el PRI gobernó México y se presentó a sí mismo como el partido que había cumplido con los ideales de la Revolución. En ese contexto, recibir un cargo público se percibía como un reconocimiento a la lealtad y al compromiso con la causa revolucionaria. Sin embargo, con el tiempo, el PRI perdió su monopolio en el poder y la política mexicana se volvió más plural y competitiva.

 

Hoy en día, el dicho “Por fin le hizo justicia la Revolución” puede parecer distante y cargado de nostalgia en un México donde diversos partidos políticos han ocupado el poder, y donde las prioridades políticas han evolucionado. La lucha por la justicia social y la igualdad sigue siendo un ideal importante en la sociedad mexicana, pero se ha manifestado de diferentes maneras y a través de diversas corrientes políticas.

 

Es importante reconocer que la Revolución Mexicana dejó un legado significativo en la historia del país. Sus principios inspiraron cambios importantes en la Constitución y en las políticas públicas, y sus líderes se convirtieron en figuras emblemáticas.

 

Aunque los tiempos han cambiado y la política mexicana ha evolucionado, la búsqueda de la justicia y la igualdad sigue siendo una aspiración fundamental para la sociedad mexicana. Solo eso, una aspiración, que hoy está proscrita por el sumo sacerdote de la transformación.