En la historia política de México, el dedazo presidencial fue una práctica que marcó una época de decisiones unilaterales en la elección de candidatos por parte del presidente en turno. Esta práctica, que otorgaba al mandatario un poder casi absoluto sobre la selección de su sucesor, fue objeto de críticas y cuestionamientos en un sistema “democrático” que buscaba representar la voluntad del pueblo.

Hoy, en el México contemporáneo, nos encontramos en una situación que recuerda a aquel pasado que muchos esperaban que quedará atrás. El presidente actual ha anunciado que entregará “el bastón de mando” a quien será el coordinador de la defensa de la transformación. Aunque algunos pueden argumentar que esto es simplemente un acto simbólico, no podemos pasar por alto la importancia de respetar la democracia y el proceso electoral.

Más allá de los eufemismos, en una democracia, la elección de líderes y representantes debe ser un proceso transparente y justo, en el cual los ciudadanos tengan la oportunidad de expresar su voluntad a través del voto. El presidente mexicano debe ser un ejemplo de respeto a las instituciones democráticas y a la voz del pueblo. Esto incluye no intervenir en el proceso de selección de candidatos ni influir en su elección de manera unilateral.

Es fundamental recordar que la banda presidencial es el símbolo de la máxima autoridad en el poder y debe ser entregada de manera legítima y de acuerdo con la voluntad del electorado, sin sustituir con otro objeto, ni adelantar sucesor. La decisión sobre quién la portará debe ser el resultado de un proceso electoral libre y justo, en el cual los ciudadanos tengan la oportunidad de elegir a su próximo presidente.

Por eso, Desde Feeling.Mx considera, que el presidente mexicano deberá esperar a los resultados del 2 de junio de 2024; así aún tiene un año en su mandato antes de la elección presidencial del 2024. Hasta entonces, debería concentrarse en gobernar y en garantizar un proceso electoral limpio y transparente. Solo con la entrega de la banda presidencial, y solo con ese acto se estará entregando o transfiriendo el poder y el mando, sin interferencias ni decisiones unilaterales.

Es responsabilidad de todos los actores políticos y de la sociedad civil defender y preservar la democracia en México.

Solo con la entrega de la banda presidencial y hasta ese momento, momento solemne de unidad y respeto por las instituciones democráticas; sólo después de la elección presidencial y hasta ese momento, será cuando se haya determinado al legítimo sucesor que deberá ser el defensor de nuestra Constitución, un acto que deberá llevarse a cabo en el trascendental momento que simboliza la transferencia de poder en nuestro país. Lo demás es un circo, pero también debería ser denunciado como un delito electoral por parte del presidente. Ninguna transformación, que además no es ninguna ley, puede estar por encima de la constitución.