A lo largo de la historia, no existen registros ni descripciones detalladas del rostro de Jesucristo que sean históricamente verificables. 

La Biblia, el texto sagrado del cristianismo, no proporciona una descripción física precisa de Jesús. Esto ha llevado a una amplia variedad de representaciones artísticas que han surgido a lo largo de los siglos, reflejando las diferentes culturas, tradiciones y períodos artísticos.

En los primeros siglos, entre el I al III, del cristianismo, las representaciones de Jesús eran en gran parte simbólicas y abstractas. Se le representaba como un joven imberbe y sin detalles faciales distintivos, para así representar “un salvador personificado” no como un Dios. 

Se basaron principalmente en otros personajes de la mitología grecorromana como Apolo y Elio, para las versiones más juveniles como “el buen pastor”. 

También se llegó a tomar de inspiración a Zeus para representaciones del siglo IV en adelante, más concretamente para los pantocratos, y es aquí donde ya se le ilustra con barba.

Con el tiempo, a medida que el arte cristiano se desarrollaba, se comenzaron a incorporar características más realistas y expresivas.

Durante la época del Renacimiento, en los siglos XIV al XVI, se produjo un cambio significativo en la representación del rostro de Jesús. Artistas como Leonardo da Vinci, Rafael y Miguel Ángel crearon algunas de las imágenes más icónicas y reconocidas de Jesucristo. Estas representaciones presentaban a Jesús con rasgos nobles, cabello largo y barba, y a menudo mostraban una expresión serena y compasiva.

Estas representaciones artísticas están influenciadas por las características estéticas y culturales de las diferentes épocas y lugares en los que fueron creadas,  ya que lo dibujaban “a imagen y semejanza”. No se basan en una descripción histórica precisa, ya que no hay información verificable sobre la apariencia física de Jesús durante su vida.

Tal es el caso de las regiones asiáticas en donde Dios tiene rasgos orientales.

Aunque con respecto al tema de la colonización era más común ver al Jesús blanco y con rasgos europeos, para poder representar una superioridad de razas.