La alcaldesa de Rosarito, Araceli Brown, hace como que la virgen le habla cuando ni le parpadea, con su sobrada actitud y sus inseparables anteojos oscuros, algunos dicen que, para cubrir los ojos rojos, ahora sí de marca, pero no de cualquiera, no señor, Prada, Gucci y de ahí pa’l real; pocas veces es posible verla pisando el suelo por el que camina, tal vez por eso cree que está “haciendo historia”

Y sí, seguramente sí, pero de la mala, los policías andan con la rienda suelta y sin gamarra correteando carros por todo el bulevar Benito Juárez, e inventando cualquier pretexto para encajarles el diente (como el “no trai licencia de Rosarito”), así de burdos.

Las quejas son tantas que colmaron el plato del sector privado y unieron fuerzas y monederos con comerciantes y asociaciones civiles, para iniciar una campaña e informar a los turistas, para que no se presten a las mordidas.

Araceli Brown

Posiblemente el alcance sea corto, pero peor es nada, porque de que algo se tiene que hacer, es urgente.

Pa’ pronto la sagaz Araceli convocó a sus dizques “princesos”, nomás no dice de qué cuento, pero seguro los de Edgar Allan Poe se quedan cortitos, para “jalarles las orejas”. Lo que no se sabe es si nomás fue para la foto, porque en el video que subió en sus redes sociales, por obra de magia no aparece el audio, sólo su prístina voz que describe el hecho.

Esperemos que ahora sí le hagan caso, porque a más de cuatro años parece ser que o no la oyen o de plano cuentan con su aprobación y hasta les exigen cuotas más altas, de verdad, al menos eso se dice entre la tropa policíaca.

Araceli, reina de espadas 

Pero su afán de figurar en la historia va más allá, mucho más. Resulta que la familia Tejeda, propietaria de un terreno ubicado entre el parque Abelardo L. Rodríguez y la playa, temen ser despojados del patrimonio que ha sido de su familia desde hace más de 70 años.

Todo por el capricho de la alcaldesa que quiere extender el parque hasta las aguas del mar pasando por la historia y legado de una familia rosaritense, sí a una de ésas que en campaña prometió hasta el cansancio defender, en pro de “humanizar” al municipio. Lo que esto signifique.

Resulta que Araceli consiguió recursos federales para realizar algunas obras (de las que el pueblo quiere, diría), entre ellas la remodelación hasta sus cimientos del parque Abelardo L. Rodríguez, que ya presenta cierto avance, pero nunca le dijo a la familia Tejeda que sus predios serían expropiados.

Familia Tejeda en protesta

En el primer proyecto, no estaba contemplada expropiación alguna, pero muy a la sombra la jefa de la comuna presentó de repente, otro proyecto donde sí les daba en la torre a las viviendas de las cinco familias que habitan en el predio en cuestión.

Si bien ya se publicó la declaratoria de expropiación por utilidad pública por parte del gobierno del estado, este es apenas el primer paso para seguir con la expropiación, solicitada por el gobierno de Brown Figueredo y su títere Raúl Aragón Castro, director que se ha eternizado en el Instituto Municipal de Planeación, que poco planea, pero como…

Ésta es la segunda ocasión que la familia Tejeda enfrenta una intentona de expropiación, pues por allá en los años de Antonio Macías también quiso hacer lo mismo con la dizque construcción de un “poliforum” que había empezado a levantar pero que frenó porque no se comprobó la utilidad pública para la expropiación.

Tal vez haya oportunidad para los Tejeda, pues qué utilidad podría tener obligarlos a entregar sus predios cuando en ese lugar hay ¡dos accesos a la playa! Por cierto, uno de ellos da al estacionamiento concesionado por el DIF ¿también se lo quitarán?

La historia, eso sí, se sigue escribiendo, pero seguro Araceli, Chely para sus cuates, estará en la lista de aquellos que se prefieren olvidar, el peor pecado de ya sabes quién.

Y si de pecados se trata, resulta más que inverosímil que el Comité Pro Municipio de Rosarito, impulsor del espíritu municipalista de esta ciudad, del cual formó parte el fallecido padre de la alcaldesa, Sergio Brown, tenga que hacer sus festejos lejos del oropel gubernamental de su hija Araceli Brown, quien les hizo el feo.

Resulta y resalta, que por cuestiones aún desconocidas (llámense políticas), la edil les he cerrado las puertas a los organizadores que año con año realizan una sencilla ceremonia en el obelisco a tan memorable fecha del 29 de junio de 1995, que convirtió a Rosarito en un municipio más.

Así que los festejos serán por separado, pues, aunque no se ha dado a conocer, parece ser que el Ayuntamiento tiene su propio programa en el que no están incluidos los luchadores que aún tienen vida para dar testimonio, pero no esperen grandes festejos, pues pese a que por quién sabe qué razón se juntaron los de la fundación de Rosarito celebrada el pasado 14 de mayo, los pronósticos no son nada buenos.