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Capítulo XII de Aventuras de un cubano en México

OPINIONES

12-06-2023


Capítulo XII de Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Capítulo XII de Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 12-06-2023 14:50:43 PDT

Los mexicanos de la familia estaban ateridos por aquella temperatura brutal

De aquella cafetería, pequeña pero bien provista y de una limpieza impecable, nos fuimos a la casa para descansar, y aunque realmente estábamos agotados por el largo viaje, nuestro azoramiento era mucho mayor que el cansancio. 

 

Por ejemplo, vimos en nuestro camino como una veintena de tiendas Oxxo, otras tantas farmacias y en cada cuadra al menos dos o tres lugares de distintos tamaños, calidades y ofertas, donde se servían comidas. Recuerdo que le pregunté a mi hijo cuántos estómagos tenían las personas que vivían aquí. En Cuba existe una organización política que se llama Comités de Defensa de la Revolución y tiene un slogan que dice que “en cada cuadra un Comité”, pero aquí nos encontramos que casi en cada cuadra te puedes encontrar una farmacia, un lugar de comida y una tienda. 

 

Al arribar a la casa, situada en las privadas de Aguas Calientes, nos esperaban algunos de los familiares de nuestra nuera y fuimos recibidos por ellos con calidez.  Nos acomodamos en una habitación que compartiríamos con los muchachos y pasamos el resto de la tarde conversando y poniéndonos al día.

 

Más tarde nos invitaron al cine y en aquella instalación recibimos nuestra tercera bofetada del día, porque los cines de La Habana, en su inmensa mayoría, habían sido construidos al menos sesenta años atrás y algunos alcanzaban incluso la cifra de más de cien años. Pero no fue solo la instalación de aquel complejo cinematográfico de ocho o diez salas, cómodas, gigantescas y con un sonido al que no estábamos acostumbrados, sino que veíamos a la mayoría de las personas con unas bandejas en las que llevaban vasos también gigantescos de palomitas de maíz, vasos de tres tamaños distintos de Coca Cola, sándwiches, dulces, en fin, nos preguntábamos si realmente venían a ver la película. En nuestro país, la función de cine es en strike, incluso no se permite comer en las salas, aunque en realidad, es una medida innecesaria, porque no tienes nada que comprar para comer dentro, en ese supuesto caso. 

 

Al salir, nos encontramos con algo para lo que creíamos estar preparados, pero en realidad no estábamos preparados para un frío como aquel. A pesar de los años que han pasado y los largos períodos que hemos vivido aquí, no recuerdo otro frío como el de aquella noche, contra el cual no había protección. Incluso, los mexicanos de la familia estaban ateridos por aquella temperatura brutal.

 

De allí fuimos a un lugar que no he vuelto a ver, donde vendían, entre otras cosas, unas hamburguesas que nos recomendaron, acompañadas con papas fritas y esto último es una proposición que yo soy incapaz de rechazar. Nos pusieron en la mesa como cinco o seis frascos con distintos tipos de picantes que, por supuesto, miramos como el diablo a la cruz y nos trajeron las hamburguesas, envueltas en papel de aluminio y cortadas al medio. Solamente la cantidad de papas, de por sí, eran ya un plato de comida, pero las hamburguesas eran otra historia. Para poder morderlas, había que ponerse un espéculo en la boca o irlas comiendo de lado como un roedor, de lo contrario, como se dice en México, ni modo. 

 

Yo confieso sin el más mínimo rubor que comiendo soy como un cuarto bate en cualquier equipo de Grandes Ligas, pero aquella cosa estaba por encima de mi capacidad estomacal. Esa fue la última bofetada de nuestro primer día en México.