A lo largo de los siglos, el volcán Popocatépetl ha sido objeto de veneración y respeto por parte de las comunidades que habitan en sus cercanías. A pesar de la modernidad y los avances tecnológicos, los rituales en honor al coloso continúan siendo practicados, manteniendo vivos los vínculos ancestrales y el profundo amor por la naturaleza.

Los habitantes de la región, conocidos como "pobladores de fuego", realizan ceremonias tradicionales en las faldas del volcán, con el propósito de pedir protección y mantener la armonía con su entorno. Según el antropólogo cultural José López, estos rituales están arraigados en la cosmovisión prehispánica, donde el Popocatépetl era considerado un dios que controlaba el fuego y la fertilidad.

Uno de los rituales más destacados es la "Ofrenda al Fuego", que se lleva a cabo cada año en el mes de abril. Durante esta ceremonia, los participantes depositan ofrendas florales y alimentos en la boca del cráter, como muestra de agradecimiento y veneración. Esta práctica, que ha perdurado por siglos, refleja la profunda conexión espiritual entre la comunidad y la montaña sagrada.

Según datos históricos recopilados por la investigadora Laura Gutiérrez, los rituales en el Popocatépetl se remontan a tiempos precolombinos. Los aztecas, por ejemplo, realizaban danzas y cantos dedicados al volcán como forma de súplica y gratitud. Estos actos simbólicos también servían para mantener la armonía en la sociedad y como una manera de honrar a los ancestros.

A pesar de los cambios en la sociedad y la influencia de la religión católica, los rituales en honor al Popocatépetl han resistido el paso del tiempo. Para muchos habitantes de la región, estos actos representan una forma de preservar su identidad cultural y fortalecer los lazos comunitarios. Como menciona el escritor local, Juan Pérez, "nuestros rituales son una expresión de gratitud hacia la montaña que nos da vida y nos recuerdan nuestra conexión con la tierra".

El volcán Popocatépetl, cuyo nombre en náhuatl significa "Montaña que humea", continúa siendo un símbolo de respeto y admiración para los habitantes de la zona. A través de los rituales tradicionales, se reafirma el compromiso de preservar la armonía entre el ser humano y la naturaleza, recordando la importancia de proteger y valorar nuestro entorno.

En un mundo en constante cambio, los rituales en honor al Popocatépetl nos recuerdan que las tradiciones ancestrales tienen un lugar significativo en nuestra sociedad actual. Estos actos, cargados de historia y simbolismo, nos invitan a reflexionar sobre nuestro papel como guardianes de la tierra y a encontrar un equilibrio entre la modernidad y el legado cultural que nos ha sido heredado.

Sin embargo, y por desgracia, este año fue imposible que los pobladores llevaran a cabo el festejo para el “cumpleaños” del coloso. El pasado 12 de marzo se celebraría el ritual por el cumpleaños del Popocatépetl, no obstante, este fue cancelado. ¿El motivo? La intensa actividad que desde entonces ya presentaba ‘Don Goyo’ y que orilló al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) a suspender dicha ceremonia tradicional.